El equipo A (NBC)


Período de emisión: 1983-1987
Temporadas: Cinco
Valoración:  Ni me preguntéis...

Perdón por la autocita, pero ya comencé una anterior entrada sobre la serie Blackadder comentando el poder evocador de ciertas sintonías de aquellas series que, sin ser necesariamente nuestras favoritas, sí que nos habían hecho disfrutar durante horas y horas ante el televisor. Pues qué voy a decir sobre la de esta serie; pocas habrá que nos retrotraigan más a nuestra infancia, adolescencia o incluso madurez, porque seguro que muchos de los que seguían las aventuras de este grupo de ex-militares fugitivos ya eran talluditos cuando se sentaban ante la tele para verlas. Aunque, a decir verdad, los episodios de la serie no comenzaban con su célebre sintonía de aire entre rockero y marcial, sino con el exordio de una voz en off que ya forma parte de la cultura popular, al menos ochentera: 

En 1972 cuatro de los mejores hombres del ejército americano, que formaban un comando, fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna; si usted tiene algún problema y los encuentra, quizá pueda contratarlos... 

Y aparecía el nombre de la serie trazado a balazos. Im. Presionante...

Aquellos "cuatro de los mejores hombres del ejército americano" (se entiende así que perdieran la guerra de Vietnam, por cierto) eran los siguientes:

  • El coronel Hannibal Smith, interpretado por un George Peppard que había conocido días mejores. Aficionado a los puros, cuando no se ganaba la vida como "soldado de fortuna", se dedicaba a hacer de monstruo en películas de terror de serie B... o Z. 
  • El capitán H. M. Murdock, experto piloto de todo tipo de artefactos voladores (muchos aprendimos lo que erea un ultraligero gracias a la serie), estaba ingresado como paciente en un hospital psiquiátrico militar. Aficionado a disfrazarse -sobre todo de mujer- en plan Mortadelo...
  • El teniente Templeton Peck, alias "Fénix": Un guaperas que solía utilizar sus encantos para seducir a las féminas que se encontraba en sus aventuras, a veces por deprote y otras para obtener algún tipo de información o suministro necesario para los planes del grupo. Pese a todo, era el más normal de la cuadrilla.
  • El sargento M. A. (B. A. en el original, supuestamente de "Bad Actitude") Baracus, un negrazo cachas con cresta de mohicano y cargado con más oro que un patriarca gitano en una boda o un futbolista del Real Madrid yendo a entrenar. Este look ya lo traía de casa su intérprete, Mr. T., un tipo que había sido portero de discoteca, guardaespaldas de celebrities y luchador de wrestling antes que ¿actor? Sin duda, el favorito de los niños. 
A este cuarteto se le unían también elementos externos que les ayudaban en sus misiones, como Amy, una simpática periodista que contactaba con ellos en la primera temporada o Frankie Santana, un técnico de efectos especiales chicano que pasaba a integrar el Equipo A en la última. Además de los militares que los perseguían y de los que siempre escapaban, que también solían ser los mismos: el coronel Lynch, el coronel Decker, el general Stockwell, para quien acababa trabajando el equipo...

Los capítulos estaban todos cortados, más o menos, por el mismo patrón; olvidaos aquí de plot twist, cliffhangers y demás trucos de guionistas: por lo general el capítulo empezaba con alguien que buscaba al equipo para que les ayudara contra una banda de matones, un cacique abusón o algo parecido (siempre se trataba de alguna situación de palmaria injusticia); conseguían entrevistarse con Hannibal mientras éste trabajaba disfrazado de lagarto gigante o cosa del pantano, pero entonces solían aparecer los militares en su busca, aunque sólo para quedar en ridículo mientras los miembros del equipo escapaban en la emblemática furgoneta GMC Vandura negra y roja de M. A.


Después venía lo de ayudar a Murdock a fugarse del psiquiátrico -adonde siempre volvía; se ve que le gustaban las natillas del postre- y trasladarse al lugar donde debían hacer el trabajito (si el viaje era en avión, previo engaño y sedación del bueno de M.A., a quien le daba miedo volar, y más aún si el que pilotaba era Murdock... con sabio criterio). Una vez allí, ya se sabe: escarceos de Fénix con alguna agraciada señorita, enfrentamiento con los malos que, oh, sorpresa, siempre encerraba al equipo en algún almacén, fábrica o ferretería donde encontraban material suficiente para improvisar un armamento eficaz con el que darles pal pelo a los malandrines (que también podrían ser más espabilados y encerrarles, qué se yo, en una tienda de almohadas...). Mamporros y tiroteos a go-go -aunque nunca salía nadie herido, algo que no le gustó a Mr. T. de la versión cinematográfica- hasta que el Equipo A vencía y Hannibal Smith soltaba sonriente su consabida y ya mítica frase: "Me encanta que los planes salgan bien". Se supone que tenía gracia porque lo que hacía el equipo era pura improvisación... aunque ya vemos que DE ESO NADA.

¿Era una buena serie El equipo A? Pues no, para ser honestos, como producto de ficción televisiva, era lisa y llanamente una auténtica mierda mediocridad, al estilo de otras de aquella época -o peor aún- como El coche fantástico, El halcón callejero o McGyver, un tipo que era como todo un Equipo A concentrado en un solo individuo... La serie era infantiloide, rutinaria, previsible y hacía gala de una estética cuestionable (bueno, en realidad así fue todo en los 80)... ¡Por favor, si hasta llegó a salir Ana Obregón en un capítulo! Ahora bien, algo hay que agradecerle a esta serie, aparte de formar parte de los edulcorados recuerdos de más de una generación de jóvenes televidentes y pretender -y a veces hasta conseguir- generar buen rollo sin caer en la cursilería más facilona: El Equipo A, con sus capítulos semejantes entre sí como gotas de agua (o casi), sus personajes planos y tramas más que previsibles, representan un punto de apoyo fijo en nuestras vidas; un elemento estable, coherente, en esta vorágine contradictioria que es el mundo desde entonces, plagado de cambios ideológicos y fronterizos, crisis financieras, atentados terroristas, pandemias... Pase lo que pase, en el Equipo A siempre podemos confiar, aunque sus armas fueran de fogueo. O quizá justamente por eso...

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