Better Call Saul (Netflix)


Temporadas: 6

Período de emisión: 2015-2022

Valoración: casi imprescindible

Pocas series se inician con tantas preconcepciones como esta. Desde el primer momento la masa de incondicionales de Breaking Bad mostró un curioso cisma entre quienes se entusiasmaban con lo que, esperaban (y no se equivocaban) iba a ser una especie de dosificación de personajes relacionados con la serie, una precuela en toda regla que debía ser una especie de aceleración hacia los inicios de la historia de Walter White. En ese sentido, si esa especie de ramificación funcionara y los guionistas decidieran explotarla, su visionado podría dar para otro montón de series. Porque de personajes potenciales y sobrados de carisma Better Call Saul va sobrada. Pero hubo quien la puso a parir: Jimmy McGill no parecía un personaje dado a los excesos bombásticos, y el ritmo era simplemente diferente. Pero la apuesta se fue consolidando, y la serie no tardó en adquirir vida propia, de una forma sutil y desplegando su propia personalidad, la historia del abogado, prodigiosamente macerada a fuego lento . Como si fuera un colosal puzzle donde los primeros minutos del primer capítulo de la primera temporada, y así sucesivamente, son una especie de constante flash forward que genera una adicción en el espectador, esas adicciones perversas y crueles de los cuales internet ha sido cómplice. La expectación por su última temporada, la pura esencia de su desenlace (tranquilos, no hay spoilers aquí) constituyen uno - otro hito - bastante difícil de repetir. Porque de series alargadas en exceso y con finales acomodaticios ya vamos sobrados. 

Así que la historia - pronto sabremos que cambia de nombre por motivos que no vamos a desvelar - del que acaba llamándose Saul Goodman se articula de manera autónoma, primero obteniendo un título en una oscura y remota universidad, sufriendo el rechazo, el que más duele, de su hermano, ese sí abogado prestigioso, que le niega el pan y la sal para ejercer en base a su pasado de pillo de poca monta, a ese conocimiento fraternal que argumenta de forma poco coherente, más intuitiva que otra cosa, en todo caso y por su grotesca influencia, capaz de extenderlo a toda la profesión. Nadie se cree a Jimmy, abogado de nuevo cuño rehabilitado de grotescas correrías, y Jimmy, con la única complicidad de su pareja, ha de convencer al mundo de su validez. Y puede que las primeras temporadas sean casi un ejercicio de psicoanálisis de las relaciones fraternas, una especie de Hombre Rico-Hombre Pobre de tintes casi politizados donde a Jimmy no le queda más remedio que recurrir a su labia para casi todo: para que unos narcos no lo asesinen en pleno desierto, para que unos venerables ancianos le confíen una demanda colectiva contra una cadena de residencias que les ha estado estafando. Todo ese recorrido solo atisba la ultraviolencia de Breaking Bad desde lejos, pero como espectadores lo vamos validando. La serie deja de ser pasto de absurdas comparaciones, todas ellas tan injustas como justificadas - y vuela por sí sola. Y conforme nos acercamos al futuro, conforme los personajes ya conocidos van asomando, desde Mike Ehrmantraut a Gus Frings, incluso con la incorporación de nuevas caras que ya pasan a ser familiares, la serie se alza triunfadora y por méritos propios, dinamita prejuicios y preconcepciones y se convierte en el majestuoso ejercicio de entretenimiento que acaba siendo.

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