After Life (Netflix)


Período de emisión: 2020-2022

Temporadas: 3

Valoración: decepcionante

Veamos. Puede que Ricky Gervais ya haya exprimido (económicamente, todavía) demasiado el enorme rédito que representa haber sido el creador de la primera versión de The Office y el productor de la versión USA que, se dice, es una de las series con más visionados a posteriori de todas las plataformas de streaming. Puede, entonces, que después de eso y de ser puntualmente llamado para presentar galas de relumbrón donde mostrar su corrosiva verborrea ridiculizando a la estrella de turno que ha de escuchar con estoicismo comentarios de todo tipo, mientras la cámara le enfoca a la espera de alguna salida de tono, la gente esperase que aportase algo más de su talento en un ámbito no tan restringido y encapsulado.

After Life debía representar eso, y  aparentemente no podría estar muy lejos de ello. Asequible en sus tres temporadas de seis episodios, apenas nueve horas de metraje, mantenía cierto equilibrio entre su azucarada premisa - un hombre de mediana edad que ha perdido a su mujer por un cáncer, y que en todo momento manifiesta su intención de poner fin a su vida, su eterna fidelidad, su amor sin fin, a la par que deglute sus mensajes póstumos en video. Algo intenta compensarse en la elección de su entorno: good girl, la perra que pasea y a la que da de comer, su mediocre trabajo, empleado en un periodicucho local gratuito encargado de cubrir a la galería de freaks ávidos (lo siento, Andy, la cuota ha bajado) de su minuto de gloria. Los compañeros de trabajo, la fauna habitual de las pequeñas poblaciones, el embalaje intenta incluirlo todo como compensando esa historia de fondo, almibarada y sentimental hasta decir basta. Los escasos conatos de transgresión quedan restringidos a ese entorno. Y ese es el máximo atractivo, ver que Gervais necesita revelarse a través de otros personajes. Porque el principal, el que se ha reservado, aparte de dirigir y producir la serie, parece una parodia deprimente y retraída de sí mismo. No porque llore y sea pesado y aguafiestas, que también, sino porque en esa búsqueda de un registro diferente, se ha quedado, él y la serie, en tierra de nadie. Y si alguna duda quedara, esa absurda última escena del último capítulo de la última temporada lo dinamita todo: qué mayúscula decepción.


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