Nevenka (Netflix)

Período de emisión: 2021
Temporadas: 1 (3 episodios)
Valoración: recomendable







Los documentales basados en casos de mujeres maltratadas (o acosadas o asaltadas de algún modo) que fueron muy mediatizados en su momento, dependen exclusivamente de que la víctima haya recorrido el camino vital que le permita explicar su versión desde la distancia y el lugar apropiado. Y eso se produce cuando se produce; y si se produce. Porque este tipo de violencia tan poco reconocida todavía por nuestra sociedad e instituciones, sume a las víctimas en procesos de resolución muy traumáticos en los que generalmente se las acaba re victimizando judicial y mediáticamente; y eso deja una huella emocional que precisa años de sanación, alejamiento e introspección. 

La parte positiva es que cuando esas mujeres sienten que ha llegado el momento para hacer oír su voz, ya no son víctimas si no supervivientes, y su testimonio adquiere una solidez y un valor catárquico que desactiva cualquier intento de deslegitimación. Basta con observarlas mientras hablan para darse una cuenta de que no se mueven por venganza o interés económico, que tan solo buscan explicar su experiencia con el fin de liberarse y poder seguir adelante. Y las series documentales han resultado ser un formato muy adecuado para tal propósito.

En 1999, Nevenka Fernández, economista recién licenciada (24 años) recibe la oferta de integrarse como concejal de Hacienda en el Ayuntamiento de su Ponferrada natal, feudo del Partido Popular gracias al poder y al carisma de su alcalde, Ismael Álvarez (50 años). Entre ambos surge una relación muy temprana que ella romperá al poco tiempo, lo que la convertirá en objeto de acoso sexual y psicológico por parte del alcalde, llevándola a la renuncia de su cargo el año 2000 y posterior presentación de una demanda cuya resolución, por lo insólita en aquel momento, mantuvo a todo un país en vilo.

En Nevenka nos llega el testimonio directo de su protagonista en primera persona. Sin escenarios ni ornamentos, ella sola frente a la cámara nos relata los hechos alternados con imágenes de archivo, pruebas documentales y varios testimonios, entre los que se encuentran el abogado de Nevenka, su psicólogo, la psiquiatra que la atendió de urgencias en su primer ataque de pánico, así como Charo Velasco, portavoz de la oposición del PSOE en el Ayuntamiento cuando se produjeron los hechos o Menchu Monteira, responsable de la Asociación de Mujeres de El Bierzo. También está el testimonio del escritor Juan José Millás, que en aquel momento seguía el caso con sumo interés, hasta el punto que se puso en contacto con el abogado de Nevenka para proponerle una serie de entrevistas. Y es que su mirada de escritor había quedado atrapada en el hecho de que aquella mujer joven y claramente sobrepasada (no hay más que ver el deterioro físico que sufrió en pocos meses) diera el paso —insólito en aquel momento y en nuestra sociedad— de llevar a su acosador a los tribunales. A partir de esas entrevistas escribió el libro Hay algo que no es como me dicen subtitulado con El caso de Nevenka Fernández contra la realidad, cuya metáfora de los peces de colores se integra en el documental con gran acierto.

Nevenka era guapa y era lista, lo que hacía que el estereotipo de la mujer fatal le viniera como un guante. También tiene una imagen y una forma de transmitir que proyecta fragilidad y poco temperamento, cosa que no refleja en absoluto la fortaleza interior que la mantuvo en pie durante todo el proceso hasta las últimas consecuencias. Pero también hacía que se ajustara perfectamente al estereotipo de "la mosquita muerta". En el documental vemos como todas esas posibles etiquetas, aunque contradictorias, no hicieron más que alimentar el imaginario colectivo sobre la mujer joven que pretende hundir al noble benefactor de la ciudad. De nuevo vemos cómo la mujer-víctima tiene que proyectar una imagen de pureza intachable para que su testimonio sea, al menos, tenido en cuenta. 

En ese mismo sentido me asalta una duda razonable en relación al documental: quizá demasiado escueto y aséptico para el tema que está tratando; y Nevenka no se abre en canal, no emociona. Pero ¿debería?. ¿Deben las víctimas ajustarse a un canon de pureza, como decía, de perfección sin mácula? En cualquier caso, es cierto que el documental no pretende que la conozcamos a ella o la entendamos en profundidad; el foco está puesto en los hechos y no en el personaje. Nevenka no pretende seducirnos ni emocionarnos ni que la entendamos; lo que vivió veinte años atrás ya la alejó de esa pretensión. Afortunadamente para ella, hoy le importa un rábano lo que pensemos, lo que quiere es explicar lo que le sucedió ahora que tiene la fuerza y la perspectiva necesarias.

Nevenka Fernández fue la primera mujer en nuestro país que denunció por acoso a un cargo público y no ha sido hasta recientemente, con el estallido del #MeToo y las manifestaciones del 8M que su historia ha adquirido la relevancia que merecía. Pero aunque ella ganó la batalla en los tribunales, perdió la de la opinión pública, hasta el punto que tuvo que dejar su Ponferrada natal e irse a vivir a Irlanda donde reside desde los últimos veinte años. Ismael Álvarez, por su parte, tuvo que renunciar al cargo y pagar una indemnización de 12.000€ pero mantuvo su residencia y sus negocios en la ciudad en la que aún hoy vive sin el menor atisbo de arrepentimiento. Esa era, al parecer, toda la justicia a la que una mujer joven y (demasiado) audaz podía aspirar.

Solo añadir que Ismael Álvarez fue invitado a participar en el documental para aportar su visión de los hechos, a lo que se negó. A día de hoy sigue pregonando su inocencia y sostiene haber sido él objeto en todo caso de un acoso por parte de Nevenka. ¿El documental? Un artificio audiovisual sin fundamento.

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