The Americans (FX)


Temporadas: 6

Período de emisión: 2013-2018

Valoración: muy recomendable

The Americans es entretenimiento de primer orden. Sin la mínima pretensión aleccionadora o tan siquiera didáctica, aunque uno pueda fijarse en los detalles y tener en cuenta el periodo temporal que abarca (la década de los 80 hasta el advenimiento de la perestroika) y comprender que el entorno cambiante condicione el devenir de la serie, eso será un mero plus porque el material de base, la pura acción, ya es más que suficiente para situarla por encima de muchas series, y eso sin los condicionantes ni las pretensiones de las plataformas mayoritarias. Desde FX, sin mucho ruido, The Americans va ascendiendo en su categoría de serie de culto a cada año que pasa, y ese es el mejor de los tests: el tiempo que otorga justicia. 

Philip y Elisabeth Jennings son el matrimonio perfecto: dos hijos que encaran la adolescencia, una casa en un barrio residencial de Washington, un negocio, agencia de viajes, en funcionamiento. El sueño americano paso por paso. Pero hay algo que esconden. Son dos agentes pertenecientes al Directorio S del KGB. Son rusos que se han instalado de incógnito en la sociedad USA y que reciben y transmiten órdenes e instrucciones sobre acciones soviéticas en territorio americano. Espías infiltrados dirigidos desde Moscú y más directamente desde algún oscuro despacho camuflado de negociado de la embajada. Sus misiones incluyen toda la parafernalia propia de la Guerra Fría: cámaras y micrófonos camuflados, mensajes cifrados, llamadas desde cabinas, disfraces que usan como complementos, ajustes de cuentas con desertores, captación de posibles disidentes entre los círculos de izquierdas... Una vida difícil, arriesgada y que obliga a decisiones rápidas y tajantes. No pueden bajo ningún concepto ser reconocidos o destapados. Stan Beeman, agente del FBI encargado del contraespionaje, resulta ser su vecino y amigo, en una situación de tensión y sospecha que va y viene que me recuerda al cuñado de Walt White en Breaking Bad. A partir de ahí, seis temporadas, setenta y cinco capítulos en los que los conceptos de lealtad y traición constituyen un nudo argumental a todos los niveles. En lo puramente físico, pues no pocas veces sus misiones les exigen relaciones físicas con sus objetivos (incluso vidas paralelas, esas constantes ausencias "por trabajo") pero también en lo ideológico. Si hay algo cuestionable en la serie es esa lógica por mostrar lo soviético en tonos parduzcos, como algo turbio y opresivo, enloquecidamente coherente con su impenetrable y monolítico hermetismo, mientras lo estadounidense es libertad, color, posibilidad de pronunciamiento entre distintas opciones. Las dudas dentro del matrimonio ante esa land of the free representan una medula espinal de la serie: el deber ante la patria por encima de todo, ante esa casa a la que deberán regresar de inmediato si corren peligro de ser descubiertos.

The Americans, sin banalización de su premisa, tres décadas después de la caída del muro que todo lo precipitó, es, repito, escapismo y emoción sin freno. Con una capacidad muy notable de generar adicción en el espectador, y a pesar de esa disculpable tendencia al estereotipo, es un absoluto festín visual.

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