ALLEN V FARROW (HBO)

Período de emisión: 2021
Temporadas: 1 (4 episodios)
Valoración: recomendable







A juzgar por buena parte de las críticas que se pueden leer en la red, estamos ante un documental, como poco, cuestionable, dogmático, torticero, parcial, manipulador y tan falto de calidad y rigor periodístico que no solo denigra la imagen de HBO sino también de todo el género de serie documental en su conjunto.

Allen v Farrow es producto de una de las partes implicadas en el escándalo surgido entre la pareja profesional y sentimental integrada por Woody Allen y Mia Farrow. Concretamente, este documental es el colofón ofensivo de los Farrow tras treinta años de fuego cruzado en el que la parte mediáticamente más activa (Allen) fue la que se adueñó del relato, logrando mantener así la batalla legal —que se libraba en paralelo— en un discreto segundo plano. Ese es el contexto y así cobra todo su sentido este producto audiovisual que, por lo visto, se salta algunas reglas del género y que con ello ha desatado la crítica enfurecida de los que se consideran entendidos.

El desencadenante: cuando Mia y Woody se conocen en 1979, ella compagina su carrera de actriz con la crianza de sus siete hijos (tres biológicos y cuatro adoptados). Mia y Woody mantienen una relación poco convencional a lo largo de doce años; no conviven bajo el mismo techo pero ruedan juntos trece películas y amplían su peculiar familia con la adopción de la pequeña Dylan y, poco después, con el nacimiento de su hijo Sachel. Cuando en 1992 Mia acusa a Woody (56 años) por abusar sexualmente de Dylan (7 años), él da una rueda de prensa e introduce un imprevisible giro dramático en la trama: declara su amor por Soon-Yi, otra hija adoptiva de Mia (21años), con lo que justifica que Mia le haya acusado falsamente al sentirse comprensiblemente despechada.

El resto ya forma parte del runrún mediático al que todos nos hemos visto expuestos a lo largo de casi tres décadas en forma de susurro incesante que ha llevado a la hegemonía del impecable —y suculento: locura, celos y venganza— relato de Allen. Relato reforzado y aderezado en los últimos años por la entrevista de Soon-Yi y la inesperada carta de Moses, otro de los hijos adoptivos. Todo encaja a la perfección de no ser porque:

(1) no deja de darme repelús que un señor «se enamore» de su hija adoptiva a la que conoce desde niña. El argumento del «amor verdadero» ya no justifica conductas de dudosa moralidad.

(2) la versión de la pequeña Dylan fue deslegitimada públicamente y sin paliativos desde el minuto uno, con todo lo que eso puede suponer para una víctima de abusos sexuales y 

(3) Mia Farrow no seduce, no despierta empatía y sus excentricidades suelen generar un poco de rechazo. Pero si Mia fuera TODO lo que se ha dicho de ella, entonces debería llamarse Mia de la Tormenta, que no Arde y Rompe Cadenas, y es Madre de Dragones (casi todos adoptados).

En fin, que no seré yo la que defienda las excelencias periodísticas de esta serie, cosa que escapa a mis conocimientos sobre género documental, pero resulta muy grato disponer de tanta información inédita capaz de cubrir sin fisuras todo el vacío de la parte Farrow. Información extraída sobre todo de las sesenta cajas de documentación que sirvió a los abogados de Mia para hacer su trabajo. Pero no es este documental el primero en desvelar todo lo que muchos medios obviaron deliberadamente en su momento. Este es un ejemplo de entre tantos otros que se pueden encontrar fácilmente.

Si una cosa logra transmitir muy bien el documental es la complejidad del caso, la singularidad del universo familiar Farrow y, sobre todo, la concatenación de hechos que ha llevado a que esta serie se realice: el papel de Ronan (Sachel) Farrow, ahora un personaje público y con poder mediático tras haber contribuido a destapar a Harvey Wenstein, y la evolución de Dylan que a sus treinta y cinco años ha formado una familia y vive alejada de los medios. No hay forma de creerse que esa mujer que insiste en explicar su experiencia, con todo lo que eso le supone todavía hoy tras haber trascurrido veintiocho años, siga inventándose algo o repitiendo lo que supuestamente su madre le «inoculó». De nuevo se ha criminalizado/banalizado a la posible víctima, por lo que el documental sirve para darle una tribuna legítima a la Dylan adulta, desde la cual podamos escuchar finalmente su voz. Y solo por eso, ya vale la pena.

Solo añadir que tras el estreno del documental, Allen se ha apresurado a criticar su parcialidad por no haber podido participar como parte afectada que es y a demandar la introducción sin permiso de citas de su autobiografía «A propósito de nada». Desde HBO se responde que los infructuosos intentos de contacto con Allen se remontan a 2018 y que, no obstante, están dispuestos a añadir un quinto capítulo a la miniserie en el caso de que él acepte ser entrevistado y defender su versión.

Los grillos cantan.

Comentarios

  1. Beatriz, he visto el documental por tu recomendación y he querido dejarte aquí que , en líneas generales, me ha gustado, partiendo del hecho de que los famosos y los cotilleos sobre su vidas me dan bastante igual. Conocía de antemano poco o poquísimo del tema, por lo que no me sentía posicionada a favor de ninguna de las dos partes, y después de verlo mi opinión es que también me hubiera gustado ver más un documental narrando los hechos y que contara las dos partes, pero que no veo ensañamiento feroz con Allen ni que deje a Mia Farrow como una perfecta mártir. Creo que la vida de los dos es fruto del entorno en el que se encontraban, y de sus propias mochilas personales y posibles trastornos.

    Después de verlo, creo que este documental se posiciona a favor de Dylan, sin dejar de lado que Mia tampoco era una madre perfecta. ¿Influye el hecho de que Woody Allen no es para mí un dios y casi no he visto sus películas? Supongo que sí. A mí me gusta HBO, hasta me trago "El cuento de la criada", que sí que tiene mérito.

    Un saludo

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  2. Lupita, entiendo que todo lo que venga por parte del "famoseo" y el "corazón" pueda causar rechazo de entrada, pero creo que todos debemos hacer un esfuerzo por mirar más allá y comprender la trascendencia de todo lo que está pasando, que las miserias que nos están llegando sobre las vidas de los famosos en realidad son un reflejo de problemas universales que hasta ahora no habían tenido visibilidad. Y eso es importantísimo si queremos poner solución.
    Woody Allen ha tenido el control del relato desde que estallaron las primeras noticias porque podía y le convenía, porque dispone de los medios y porque es un señor muy inteligente. Y es cierto que al otro lado no está Mia Farrow, está Dylan, que ha necesitado convertirse en una mujer y gestionar lo que le ha pasado para poder subirse a esta tribuna y hacer escuchar su voz. Es su momento y nadie tiene derecho a arrebatárselo porque "ha pasado mucho tiempo" o "el caso está (supuestamente) cerrado" o "es cosa de la madre" o "busca llamar la atención". Todas esas cortinas de humo están vulnerando el derecho a explicar su versión de una presunta víctima de una agresión horrible.
    Sobre si el hecho de que Allen sea un "genio" del cine según algunos puede influir en la percepción que se tenga de él, es algo en lo que no voy a entrar. Lo que sí sostengo es que el "hombre" y el "genio" van de la mano y para poder hacerse una idea de su persona, su vida y su obra, hay que ponerlo TODO sobre la mesa. A partir de ahí que cada cual decida libremente qué le pesa más.

    Un saludo.

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