The Sopranos (HBO)

Periodo de emisión: 1999-2007
Temporadas: 6
Valoración: imprescindible

Tony Soprano y su sempiterno albornoz bajando por el sendero desde su casa a por el periódico. Inaugurando la serie en esa escena donde se desploma, el detonante de que acabe sentado en la silla del psiquiatra y comprendamos que la serie cuyo visionado afrontamos no va a ser un serial de tantos.
Tony Soprano eludiendo ser explícito sobre su vida: se dedica a la gestión de residuos, una manera poco comprometedora de aludir a su actividad.
Tony Soprano dirige una organización mafiosa pero parece un hombre normal y corriente, un americano de origen italiano de mediana edad, casado y con dos hijos adolescentes que le generan los problemas que a todo el mundo. Tiene una esposa que conoce de sus actividades las cosas justas para no tener más problemas de los debidos. Ser mafioso es un trabajo que parece ser como cualquier otro, la actividad es diferente, claro, entraña comportamientos y acciones criminales, no es llegar a la oficina y teclear ante el ordenador, claro, la retribución es alta pero los riesgos son muchos, al mismo lado y al otro lado de la ley, tanto la policía (si no tiene otros objetivos) como los competidores que pugnan por tu mercado o tu zona de influencia van a ir a por ti, y sus intenciones no serán buenas.

Dos décadas después de su puesta en antena y casi trece años después de su polémica finalización (esa súbita pantalla a negro que tantas opiniones generó) no voy a pararme en todos los tópicos que la crítica y el público acuñaron en la difícil búsqueda del panegírico perfecto y original. The Sopranos es la Gran Novela Americana que toma cuerpo en 86 capítulos que merecen, muchos de ellos por sí mismos y desde luego todos en su conjunto, todos los elogios. Historia viva de la televisión, de esa época pre-Netflix a que aludíamos, en que la emisión del capítulo semanal era el acontecimiento que merecía comentarios al día siguiente. Todo absolutamente aquí es perfecto, desde la progresión dramática hasta la adecuación de la serie a la realidad en que se insertaba, los personajes secundarios, la integración de los procederes de las organizaciones criminales, la humanización del malvado inherente al cariño que genera el roce semanal. 
Tony Soprano, eterno James Gandolfini que va y se nos muere, es el personaje icónico de HBO, de las series clásicas por antonomasia, el generador del boom en que estamos inmersos, quizás de una manera diferente a la que en su momento se concibió. Diez años tras verla en una placentera y fascinante inmersión, las escenas memorables se amontonan en mi recuerdo hasta un punto que hace absurda su mera enumeración. Una de esas series cuyo visionado te hace desmoronar cuando finaliza: dónde narices encuentro algo a este nivel. Los afortunados que no la hayan visto y puedan enfrentarse a esa experiencia desde cero, queden advertidos: imposible obtener más placer procedente de una pantalla.


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