Breaking Bad (AMC)


Periodo de emisión: 2008-2013

Temporadas: 5
Valoración: imprescindible

Una obvia elección para empezar el año: Breaking Bad no es, solamente una serie excelente que (al margen de secuelas en forma de otras series o precuelas en forma de películas) ha generado una especie de mitología posterior de forma gráfica, camisetas y sudaderas, perfiles de Twitter y de Whatsapp, etc.

Escribo esto, por cierto, para los pocos que no la hayan visto ya.

Muy posiblemente hablamos de una serie cuyo éxito unánime, descollante, abrumador, marcó un hito en lo que a la forma de disfrutar la TV se refiere. Algo diferente sucedió ahí cuando la gente esperaba a la emisión semanal del capitulo en USA y, tras afanoso trabajo a toda prisa de algún afanoso subtitulador (servidor llegó a usar nombres de subtituladores en las búsquedas por eMule), se hacía con el capítulo y lo devoraba y comentaba en círculos reducidos - que aumentaban su tamaño a cada temporada - con la enorme satisfacción del festín visual, pretendíamos, casi exclusivo. De la contemplación de ese delirio, de la constatación de ese fenómeno, saldría, seguro, la idea que contribuyó a la expansión definitiva de Netflix. La gente quiere (series) y quiere ya todo (temporadas completas de un tirón, para quedarse en casa el fin de semana) lo que les estés dispuesto a dar para consumir, si les gusta. La paciencia hoy ya no es una virtud, o lo es de otros tiempos.

Ciertos son dos factores: Breaking Bad irrumpe y se desarrolla en un mundo que 
a) ya está metido en la crisis surgida de las sub-prime y de Lehman Brothers 
b) ya ha asumido que la piratería, o sea, la distribución de la obra audiovisual sin controles de ningún tipo va a ser un entorno presente y constante.

Entonces su desarrollo convive y saca provecho de esos factores, claro, partiendo de una excelente idea original y de una buena elección artística y una excelente interpretación de las reacciones ante sus dos primeras temporadas, como si el equipo que la producía comprendiese perfectamente qué esperaba el público de la historia.

Dudo que haga falta, pero acometamos una breve sinopsis. Walter White, profesor de química harto de las tonterías de su alumnado que completa sus ingresos lavando coches es diagnosticado de un tumor que acabará con su vida en breve lapso de tiempo. A sus 50 años, tiene un coche de mierda, una esposa ansiosa que malvive de escribir cuentos, y un hijo afectado por una parálisis cerebral, aprovecha sus conocimientos de química para ejecutar un plan maestro: poner en el mercado droga sintética de excelente calidad que le permita amasar una fortuna que garantice el futuro de su familia cuando no esté. Para ello se asocia con Jesse, un desastrado y atribulado alumno que, por su perfil de joven consumidor, puede ayudarle para tal fin.

Es 2008 y esa figura es asumida por la audiencia. Un antihéroe en la forma de un hombre de mediana edad sin ningún atributo físico destacable. Un tipo honrado que se ha dado cuenta, por el golpe que le ha dado la salud, de que esa rectitud y honradez no le han valido para una mierda. Y que piensa aprovechar el privilegio de sus conocimientos en aquello que le gusta para preservar a su familia. Tan asimilable a todos los hombres de perfiles parecidos que estaban siendo amortizados por el mercado laboral post-crisis. Tan defendible en su quebrantamiento de la ley aunque fuera bajo el pretexto de que cualquier otro lo haría, por qué no yo. Tan digno de admiración por su propia generación como por la siguiente al ver un padre que molaba, un malote que surge de la necesidad imperiosa de la supervivencia.

Luego añadidle eso: los aderezos propios del empleo de un buen de recursos artísticos y de guion. La situación fronteriza del negocio, la camioneta donde cocinan en medio del desierto, el alter-ego de Heisenberg, los mexicanos que ven amenazado su monopolio, el éxito del producto, la irrupción de secundarios y sus espectaculares progresos complementando al fascinante personaje central: Gus Fring, Saul, Hank. Los niveles de truculencia necesarios, estamos hablando del mundo de la droga cerca de la frontera con México, el choque de personalidades, la transformación de White a medida que el negocio progresa y su estado de salud parece mejorar, cómo los cambios que experimenta lo alejan del ser modélico que parece ser al principio, como aflora cierto orgullo, cierta chulería, cierta satisfacción y hasta parece sentirse cómodo en un mundo que no era el suyo. Rodead todo eso de un despliegue visual emblemático, música escogida con mimo, imaginería que cala en la gente (¿camisetas de Los Pollos Hermanos? ¡Existen!), escenas impactantes a destajo (Hank descubriendo quién es WW leyendo a Whitman sentado en la taza del WC) y la serie es histórica, incluso a costa de un episodio final que siempre me pareció algo forzado.

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