Sex and the City (HBO)


Período de emisión: 1998-2004
Temporadas: 6
Valoración: repugnante

Pues lo siento mucho. Reconociendo que esta serie es una de las que contribuye, por su enorme éxito, a la expansión de HBO, canal que me ha procurado enormes placeres de los cuales, quizás por compensación de empezar propinándoles este varapalo, iré informando, aceptando eso, he de decir que esa valoración tan dura viene desde la reflexión, claro, después del visionado, sobre todo por todo el tiempo transcurrido y todo lo sucedido desde entonces. Podéis tiraros al cuello por lo que voy a decir: ¿esta era la manera de reivindicar la liberación de la mujer? La sexual, claro, por supuesto y por supuestísimo, no en vano la palabra sex luce orgullosa en el título y eso, antes de que Google se apropiara de las búsquedas en la red. Pero, ¿y todo lo demás?, todo lo que no supone limitarse a un acto meramente físico que, sí, es uno de los estímulos de la existencia, sí, pero que lo es como la comida, como la necesidad de descanso, como la actividad intelectual, como las transacciones económicas, como la salud mental. De verdad, agudos e ingeniosos guionistas de esta serie capital en mucho de lo que sucedió después, ¿todo el hito a conseguir por la mujer consiste en mantener el poder de decisión sobre con quién mantiene relaciones sexuales y con quién no?
Porque es difícil sostener esta valoración sin apelar al final de la serie, a su renqueante desarrollo postrero y a su acomodaticia resolución. Lo del spoiler, ya sabéis. Pues seis temporadas son muchas para que al final todo se limite a saber al lado de quién se van a quedar cada una de las chicas. Y que ese desenlace sea tan de película rosa.

Lo que no impide que la serie sea disfrutable desde un punto de vista escapista, claro, cómo va uno a resistirse a ser seducido por ese aire de glamour constante y de apogeo estético que despide, un aire que ha marcado la imagen femenina desde entonces, más que las portadas de Cosmopolitan, más que las generaciones de mujeres que van accediendo a cargos políticos, empresariales, sociales. Justo eso es lo que me pone de los nervios cuando reflexiono sobre ella. Tantos capítulos y que nos acordemos más de los Manolo Blahnick o de la promiscuidad desatada de Samantha (los guionistas la castigan inconscientemente, por ello, con una cruel enfermedad), o de la irritante inestabilidad de Carrie, que se sienta cada día ante la pantalla de su PC a escribir su frasecita, normalmente el leit motiv del capítulo, que de cualquier logro prominente de éstas para su entorno. En este sentido, la serie es el paradigma del individualismo neoliberal, del ande yo caliente y ríase la gente y su principal papel masculino, ese Big de emblemático apodo y del que no sé bien si se menciona su nombre real, creo en el último capítulo, no nos es difícil proyectarlo a algún turbio asunto (Enron, AIG, las sub-prime, Lehman Brothers) de los que fueron explotando en 2007, algunos, pocos años tras su última emisión.

Sí, Sex and the City es el ejemplo aleccionador del intenso placer momentáneo al que sigue, cruel, prolongado e irremisible, el enorme socavón, la enorme vacuidad, la dura caída. A mí ya me resulta imposible verla sin pensar en eso.

Comentarios

  1. A mí siempre me ha gustado Kim Cattrall, así que no me meteré con la serie, pero telita...

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