Reyes de la Noche (Movistar +)


Temporadas:
1

Período de emisión: 2021

Valoración: innecesaria

Messi debuta con un equipo diferente de aquel en que se formó como jugador y es entonces cuando, dicen, toma conciencia de que es un icono global y de que su repercusión es enorme. El mero hecho de cómo se transmite ese debut provoca toda serie de opiniones y debates sobre cambios de paradigma y otra serie de tonterías que ponen en tela de juicio a la profesión periodística.

O es lo que queremos creer. Porque a pesar del relevo generacional y de la abrumadora oferta de acceso a la actualidad, ciertos iconos parecen obstinados en mantener su presencia, aunque sea para reivindicar su validez de forma retroactiva. Reyes de la noche, una única temporada que no ha sido renovada, tenía esa pretensión: mostrar a un público variopinto uno de los hitos del periodismo español, la guerra entre dos periodistas de radio: José María García y José Ramón de la Morena, una guerra abierta por la audiencia y por los anunciantes, proyectada en otros ámbitos casi de manera complementaria, diferencia de edad y de sustrato ideológico en las emisoras a las que pertenecían, llegó un momento en que escuchar a uno o al otro (restringidos al ámbito de los deportes, cinturón demasiado estrecho y limitado para sus respectivos egos) prácticamente representaba una opción vital.

Y la cosa no era para tanto, y la serie acaba sucumbiendo a sus pretensiones de trascendencia y a su pura traslación a lo puramente dramático. Los actores (mejor Gutiérrez, obviamente ayudado por lo sencillo que era caricaturizar a García, empezando por su tono de voz y sus constantes dejes) parecen transitar en algo que a veces parece una pura parodia. Miqui Esparber es espantosamente plano en su papel de De la Morena, y la cohorte de papeles secundarios se muestra tan irrelevante que muchas veces se quedan dos escalones por encima de la mera figuración, esbozados con trazos tan gruesos que aún no puedo afirmar si la serie es una comedia o una pretendida evocación de la realidad, tal es la sensación constante de indefinición de la serie, una premisa que daría para mucho más (no digo que la tome David Simon, pero...) que esa secuencia de obviedades que acaba convirtiéndose en una especie de continuo concurso de imitaciones, definitivamente muy poco creíble.

 

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